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sábado, 7 de marzo de 2015

EL CERDO

Había quedado a las cuatro i media para salir de pesca con Bernat. A las tres de la madrugada el whatsapp echaba humo:

- Cerdito mío, me comerás la papaya hoy? Sabes que me gusta jugar...

- Y tanto, putita mía! Me la menearás con las tetas? Me encanta cuando lo haces de esa manera ...

- Abro las piernas y te espero, cerdo, que eres un cerdo ...

- Si, sí, lo soy. Soy tu cerdo.

   Cándido no podía creérselo. Aquella amiga de su mujer le estaba provocando y él, hombre al fin y al cabo, se dejaba hacer. Y la verdad es que no se conocían. De nada. Ella le enviaba WhatsApp con las fotos de las clases de yoga de Mari, su mujer, que no tenía la aplicación ni la quería y, poco a poco, se fue liando la madeja y las conversaciones se hicieron, noche a noche, más picantes. Mari trabajaba hasta la madrugada y él se distraía. Hasta llegar a tener verdaderas experiencias sexuales vía móvil. Al menos, eso era lo que se decían entre ellos, que a saber si era o no era verdad:

 -Me has puesto muy cachonda y me has hecho correr hasta cuatro veces. Quiero que pienses en mí y no te vayas a dormir con la verga dura. Hazte un solitario a mi salud ..

 -Lo estoy haciendo, mala pécora.

   Las cuatro. El chillido de la alarma le despertó súbitamente con el canto de un gallo preso en la pantalla. Cándido, que se había dormido con el pene en la mano, despertó repentinamente ... 

-Pia, Cerdita mía... Bernat... Joder ... La pesca ... !!!!! 

Se vistió a toda prisa. Había dormido en pelotas pensando en Pia, que así se llamaba la juguetona amiga de su mujer.

Ya tenía todos los utensilios en el coche así que bajó volando hasta el garaje, puso en marcha el motor y dando gas a fondo salió chirriando entre una polvareda que lo nubló todo durante unos instantes. Habían quedado de encontrarse directamente bajo el puente de las lechuzas, más allá de la presa, donde las aguas eran calmadas. 

  Bernat ya estaba allí a pesar de ser aún de noche. Se saludaron y charlaron un poco del tiempo y de las expectativas de la pesca. Hacia la hora y media que hacía que tenían paradas las cañas y sin el más mínimo indicio de captura inminente escucharon un grito a través de la niebla. 

-Ieepp !! ¿Qué piensan pescar, ustedes, aquí? No hay peces. Quizás pesquen unas ramas muertas...

Un anciano que pasaba de camino hacia el huerto, con la azada al hombro y un perro patán tras de sí se mofaba de aquel par de pijoteros fuera de órbita.

-No lo saben que desde el crimen de los cerdos se fueron, los peces?

-¿Qué crimen.? Y qué tienen que ver los cerdos con los peces?

-Amos, venga ya!!  De La ciudad tenían que venir, carallo!! Escuchenme,  que sólo lo contaré una vez que si no ... todo se sabe, aquí ...

   "Hace algunos años, un hombre de la ciudad a quien gustaba mucho la pesca llegó todo empincelado y con una caña demasiado cara para los peces de pueblo. Iba solo. Estuvo todo el santo día con la caña parada y nada. . A veces se hundía la boya haciendo sonar los cascabeles y la caña se cimbreaba como si se fuera a romper por medio. El hombre recogía y recogía rápidamente y el peso le hacía imaginar el tamaño del pez. Cuando estaba a punto de sacarlo la caña rebotaba disparada hacia arriba y el anzuelo, desaparecido, se perdía río abajo. El hombre, más nervioso cuanto más tiempo pasaba, sentía enrojecer de ira su rostro pecoso. Cuando ya oscurecía el día y el crepúsculo empapaba de azul y rojo el horizonte, una gran tirón sacudió la caña grande. El hombre tuvo que hacerse fuerte con los pies en el suelo arenoso para recoger el hilo sin ser arrastrado. Pero fuera lo que fuera lo que tiraba con tanta fuerza que amenazaba con romper la caña, parecía bien prendido en el anzuelo. El agua dibujaba violentos surcos donde se sumergía el hilo de nylon. El pescador daba y daba hilo a fin de cansar a la bestia. Pronto se agotaría el hilo del carrete y el pez tiraba cada vez más furiosamente. Cuando ya era noche cerrada y después de más de dos horas de lucha, parecía que el animal ya no tenía más fuerza. El hombre, con el rostro rojo y desencajado, recogía hilo poco a poco. Se sentó en el húmedo suelo del atardecer, agotado. Seguía haciendo girar la manivela del carrete. Pronto podría ver la cara de aquel pez tan testarudo. Emergió la boya. Un metro más ... Antes de que se diera cuenta y como si hubiera estado esperando el momento, una enorme bestia saltó volando desde el fondo del río. Mediría más de dos metros. Una carpa gigantesca de escamas doradas y cola de orca, se elevó del agua viscosa batiendo el aire polvoriento. Con los ojos muy abiertos de miedo, el hombre sólo tuvo el tiempo justo, en el último aliento de sus días, de ver en un instante infinito aquel animal con cuerpo de carpa, cola de orca y cabeza de ... cerdo . "

- Y usted, señor, quiere que creamos tamaña estipidez. 

- Yo no quiero ni dejo de querer. Sólo les aviso. Aquí ya no hay, hace tiempo, peces.

Cándido no creyó nada de aquella leyenda. Bernat no decía nada pero los ojos le chispeaban de una forma extraña. Eran las once y Bernat propuso dejarlo.

    El ronquido de un motor desvaneció el silencio del bosque. En el camino, el 4x4 se detuvo junto al margen queconducía hasta el río. Una mujer rubia, redondita y de tetas espectaculares que saltaban arriba y abajo mientras bajaba hacia ellos con un trote ligero, se les aproximó. Aunque Bernat no parecía sorprendido, ambos hombres cruzaron sus miradas, a la expectativa. La mujer se dirigió directamente a Cándido, decidida. Sólo le permitió el tiempo necesario para que pudiera fijarse en sus ojos azules. Sacó una enorme faca del bolsillo del culo de los pantalones y con una fuerza descomunal lo abrió por el vientre diciendo: 

   -Hola !! Cerdito mío!!! Cómo de dura la tienes, hoy?

   Seguidamente, limpió la navaja con cuatro matorrales que lanzó al agua. Se acercó al Bernat. Lo besó en los labios, profundamente. Entre los dos, hicieron migas a Cándido, haciendo bolitas del tamaño de garbanzos pequeños y los lanzaron al río para cebar los peces que habitaban aquel tramo. Aquellos peces mutantes hechos de cola de ballena (poseían los genes de la orca Ulises, extraídos por la chica cuando trabajaba de becaria haciendo prácticas en el zoo), cuerpo de carpa (los peces originarios) y cabeza de cerdo (todos los cerdos que habían visitado el whatsapp de Pia).

   -Vamos?

   -Venga!! Que se hace tarde!!
   
   -¿Sabes qué? Ya me he cansado de tanto yoga. Han abierto un gimnasio nuevo. Haré Zumba !!!


   David miraba las fotos de Gisela haciendo Zumba. Un aviso del Whatsapp lo distrajo:

   - Hola, Cerdito mío, qué me vas a comer hoy? Sabes que puedes hacerme lo que te apetezca, todo lo que quieras. Mi culo es tuyo. Me gusta la lechecita caliente deslizándose por mis pechos. Te vas a dormir con la polla dura ... ???


                                                                      FIN



** Todo lo que puedas imaginar puede ser posible. Incluso aquello que nunca nos atreveríamos imaginar. Pero todo, todo, está dentro de tu inconsciente. Quieras no quieras.






   



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