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jueves, 9 de diciembre de 2021

EL SECRETO


El hijo de María es un tesoro, oro de ley, la joya de su madre. En la escuela, el primero; sus amiguitos siempre lo buscaban para el fútbol y para intercambiar los cromos repetidos; todos querían ir con él al cine, a  misa o, simplemente, a pasear por el parque. Era, además, parlanchín y zalamero y las chicas se le acercaban confiadas en el patio del colegio o a la salida de la iglesia o le iban a animar a la cancha, dónde no se le daban mal los deportes; pese a su baja estatura jugaba al baloncesto mucho mejor que muchos chicos mayores que él aunque al hijo de María le gustaba más el fútbol.
Creció el chaval creyéndose todo lo que de él hablaban en el pueblo y se creía invencible. Sabía de su fama y se aprovechaba de ello. Solamente Petra, aun con sus fierros en los dientes y su mirada torcida, conoció un día su secreto pero no llegó jamás a contarlo.

El hijo de María, oro en paño, se despide de su madre, llama al guardia y desaparece tras las puertas de hierro dejándola con un mustio adiós colgando del intercomunicador y una lánguida lágrima en la manga...

jueves, 11 de noviembre de 2021

VERDE PISTACHO

EL CUARTO VERDE PISTACHO

Sé que estás cerca, observando mi entrepierna a través del muro. Lo sé. Y con mis trémulos muslos separados se abren tus párpados tras el minúsculo redondel que piensas que no sé ver. Mi cuarto en la pensión no es muy amplio -como el tuyo, supongo-: una cama grande para uno,  justa para dos, un pequeño sofá de escay y una mesita redonda junto al rácano minibar. No hay siquiera un triste televisor.
Sé que estàs cerca, con tu aliento rojizo y oleoso hendiendo el tabique que nos separa. Sé también que manipulas tu hombría mientras me miras y ahogas tus jadeos entre los dientes apretados. Eyaculas de cara a la pared, apuntando tembloroso hacia el pequeño boquete, apoyando la cabeza con los ojos cerrados, abres la boca apretando firme el miembro con tu fuerte y venosa mano. Un fino churrete resbala hasta el suelo oscureciendo la pintura verde pistacho reseca de mi cuarto. Una gota de sangre negra brota de tu labio inferior y salpica tus blancos zapatos de ante, los que te limpio siempre cuando sales de casa en la mañana lanzándome al aire un beso...

martes, 29 de junio de 2021

NOWHERE GIRL EPISODIO SEGUNDO

   Entonces desapareciste. Como si todo no hubiese sido más que un fuego fatuo en la noche de San Juan. Como una liebre en la lluvia de noviembre, como una lágrima en el fondo de la maleta. Como si mis besos hubiesen llenado de escarcha tu entrepierna sedienta de miel. A contracorriente, como siempre. Si ya éramos libres, ¿qué aliciente tenías? Te gustaba, te gusta, creer que eras mejor que las demás, creer que ganabas, ser el perro del hortelano ( ni como ni dejo ¿o tú sí comías?), tal vez siempre has mentido aún sabiendo que a ti te mentías mientras yo te nombraba en otros jardines.

   Entonces desapareciste. Como la niebla en el sol. Como la luz de tu ventana entre los listones de los postigos polvorientos y sangrantes. Tus ojos verdes se llenaron de hiel cuando tus afilados colmillos soltaron la presa mientras tu risa resonaba en mis sienes y mi piel rezumaba el chapapote de tu desidia.
   Entonces desapareciste. Después de voltear mis entrañas, de arrebatar mi pasado y freirlo despacio, cociéndolo después al gratén de las uñas de tus pies torcidos, de tu boca engalanada de orgullo, de tus collares falsos y el cuarzo y las piedras de nuestras perlas ensangrentadas. Entonces pugné por intentar olvidar tus migajas y te me hiciste carbón entre las piernas de mis amantes mientras rizaba el vello de mi nueva realidad lejos de tus cojines, de tu cama, de tu casa, de tu mundo de mentiras y mientras estiro la punta de mi manta nueva olvido la colcha de las cenefas descoloridas...

martes, 15 de junio de 2021

MARGARITAS EN EL JARDÍN


Los niños han salido temprano  entre empujones y sin decir adiós. Su padre les espera afuera, en el coche nuevo, desde hace rato. Fue feliz con él y no le echa de menos, en absoluto. Se habían enamorado y se casaron tan jóvenes y tan ciegos! Todo marchó sobre ruedas mientras el tiempo los devoraba despacio. A toda prisa, niños,  padres, suegros, cuñados. Unos venían, íbanse otros. Tras unos años sin tregua pudieron permitirse la casa de sus sueños, con piscina y margaritas en el jardín. Mandaron a los pequeños a un colegio inglés  y su hombre empezó a desaparecer. Cuando llegaba  tarde en la noche pidiendo gresca ella mentía un dolor de cabeza.
Se habituó al tacto del gotelé y aprendió a recorrer a tientas el pasillo de arriba, ocho pasos, y a bajar sola los escalones de cristal, doce. Una vez suyo el espacio  empezó a pensar en escapar;  el cerrojo se le resistía y entre làgrimas  imaginaba volar ventana al viento. El día que consiguió abrir el portón corrió sin tino por el jardín no sin antes besar de bruces la grava  de la entrada. Corrió y corrió tanto que la negra boca del pozo la recibió relamiéndose y volaba mientras caía y por primera vez podía ver los colores del arco iris.


jueves, 20 de mayo de 2021

NO PUEDE SER

NO PUEDE SER

No puede ser. El comedor  lleno de hormigas y nadie las ve. Suben por los rincones hasta el techo y bailan bajo la mesa alrededor de las migas de pan. Algunas de ellas, muchas, suficientes para notar sus mordiscos, trepan por mis pantorrillas y el ácido fórmico satura mis receptores olfativos y pellizca mis carnes a la altura del escroto causándome olvidadas erecciones. Maldigo y exhorto a mi esposa que me las sacuda y las mate, que las pisotee, que las elimine, que las aniquile. "No hay nada, tontaina, imaginaciones tuyas". Suplico y arranco en llanto y las agarro en mis manos, que bullen febriles llenas de ellas, enseñándoselas. Sin hacerme caso se escabulle a la cocina a preparar el almuerzo y no la sigo, aterrorizado. Cómo estarà, si el comedor anda manga por hombro..!
Llaman. El timbre berrea descascarillado y nadie abre. Antonia grita: "Pero bueno, ¿no puedes abrir?" Entra un hombre joven. Creo conocerle pero no estoy seguro. Murmuran a mis espaldas. Se me acerca, risueño, y me toma del brazo. "Vamos a ver. ¿Cómo están hoy las hormigas, don Ernesto?", pregunta  mientras mi mujer se limpia las manos en el delantal...

jueves, 8 de abril de 2021

EL CANTO DEL CISNE


“Házmelo con la dulzura
De un catéter en las ingles
Con el sopor de la aguja
En su animal agonía
Punzante
En las carencias
De mis hígados flotantes"

Fueron las primeras palabras que Carlos escuchó al despertar. No era capaz de recordar si canción o poema; si noche loca o vela interrumpida. No recordaba tampoco la sacudida de la tostadora ni la chamusquina de sus dedos ennegrecidos. En este momento sólo intuía que escribía para ella en aquella noche oscura.
Antonia se debatía, meses después, entre matar o morir, entre la agonía y el vacío, todo o nada, cuando sintió el roce de las vendas en su codo desnudo. Había conectado la grabación con aquellas últimas palabras, una vez más, y apoyado la cabeza en sus brazos cruzados sobre la cama ocupada por aquel su hombre ¿soñaba? Levantó la mirada en su duermevela y vió de nuevo y por última vez aquellos ojos azules recitando:

"...de un catéter en las ingles...

viernes, 12 de marzo de 2021

BERTA

BERTA

Berta era obediente sobremanera. Aprendió a distinguir los colores y también a nombrarlos: blanco y negro, primero; después, rojo, verde y azul. El amarillo siempre se le resistió, al igual que los colores complejos, excepto el añil. Nunca utilizó las manos para pintar. En cuanto mamá se descuidaba -también aprendió a decir "mamá"- le robaba los pinceles, se los acomodaba en la boca y,  mojándolos en la paleta que aquélla olvidaba en cualquier parte, los mezclaba y pintaba las paredes. Torpemente al principio pero mejor día tras día. Una noche mamá vio luz en la buhardilla, subió sigilosa y observó, entreabriendo la puerta. Allí estaba Berta, pintando el lienzo que, blanco, parecía esperarla. Mamá no dijo nada. Al amanecer, mientras Berta dormía,  fue al desván y vió la tela: Van Gogh, autoretrato, aún fresco. Le siguieron, sucesivamente, Los girasoles, Arlequín, Las dos majas, los relojes blandos y un sinfín de copias perfectas. Los museos, poco a poco, fueron perdiendo los originales de sus obras más cotizadas. Nunca se dieron cuenta. En casa, nos acostumbramos a los lujos. 

Berta murió a los trece años, con un lastimero ladrido al despedirse...

lunes, 15 de febrero de 2021

LA LIBRERÍA

LA LIBRERIA

El muchacho lo vio en el escaparate un atardecer rosado en el que el aire pesaba agobiante bajo un cielo opresivo y confuso. No había más libros. Entró. El cencerro sobre el dintel repicó alegre avisando mas nadie apareció. Se acercó al mostrador. Sobre la madera recién barnizada, un timbre, un vaso, y una jarra. Sirvase usted mismo. Bebió y llamó al timbre. Nadie. Pasó los dedos por los anaqueles vacíos en busca de una mota de polvo inexistente.   —Quisiera comprar el libro—, voceó al aire. El eco repitió “ibro, ibro....” Esperó. Empezaba a impacientarse cuando apareció el niño en la escalera que llevaba al piso superior. Se le parecía mucho.  —Disculpe, estaba preparando la cena. Decía usted? —El libro, quisiera comprarlo. —No està en venta, es un ejemplar único. —No lo vendes? No traerás más ejemplares? —No.Te lo regalo. —Y por qué tanto esfuerzo en adecentar la vieja tienda? 
 —Todos pasan por aquí, todos  encuentran esta librería cuando están preparados. —Pero el libro está inacabado! —Por supuesto, es el tuyo. Cada uno tiene el suyo. Tienes un lápiz? Así podrás intentar terminarlo.—
El muchachi ojeó el libro. Empezaba como un diario con la fecha de un día de febrero, trece años atrás. Coincidía ésta con la de su nacimiento.
Parpadeó...







miércoles, 13 de enero de 2021

SORDERA

No escuché nada de lo que me dijo entre susurros. Simplemente le besé con el ansia de la primera vez sabiendo que sería la última. No fue ninguna película: todo me pareció tan real como la niebla en otoño o mi piel enrojecida en verano. La canción se deslizaba deslabazada entre mis piernas. No podía ser: la moqueta granadilla que iba a poner en su salón contrastaría de pena con mis paredes turquesa. El atardecer acechaba tras los incipientes neones de la avenida. Abrazados en plena calle, sólo podía ser una despedida. Pero aquellos susurros... si pudiera parar un momento la música...si se hubiese quedado atrapado para siempre en aquel pueblucho de la marmota...

Pero no. Aquí estaba, conmigo, con aquella cara de tonto picarón que sabía poner cuando quería parecer simpático. En medio de la avenida con los coches rozándonos los zapatos y mojando nuestras ropas.

Os aseguro que no sé lo que dijo. Tal vez el único consuelo sea que usted tampoco lo sabrá. Elucubrarà, supondrà, imaginará...mas no acertará. Sólo él y Sofía lo saben. Brian Ferry tapando las últimas palabras antes de los créditos y usted llorando en la sala a oscuras, dejando escapar un suspiro.