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viernes, 10 de abril de 2020

RESACA


Cuando entró al garito no pensaba emborracharse, nunca bebía al salir del trabajo. Pero la nueva secretaria es simpática y tiene un algo que le atrae. Además anda falto de intimidades y ¿quién sabe? La encontró sentada en la barra que da a la calle, tras la ventana. Entremezclaron con mimo sus desdichas en vasos largos. Apuraron de un trago los restos de sus soledades. Vomitaron sus rencores de limón esparciendo por el suelo el serrín de su desconcierto.
Salieron de noche abrazados, trastabillando torpemente con cada emoción sentida; con cada deseo no expuesto, con cada palabra retenida. Se levantaron no obstante todas las caídas. Ensangrentados los rostros; amoratados los brazos; temblorosas las piernas y fríos los pies llegaron a casa y entraron en la habitación consumando un polvo épico de sangre y olvido.
No recuerda nada. Tan solo la enrojecida sábana y un desconocido y dulce aroma, de mujer tal vez, le insinúan que anoche ella estuvo allí. Ahora toca levantarse. Bajo la ducha, cierra los ojos y sacude la cabeza viendo caer el fango por sus rodillas y la uña quebrada de su meńique. Se viste, agarra la moto y a tumba abierta acude a la oficina esperando encontrarla...