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lunes, 14 de diciembre de 2020

ESTADÍSTICA APLICADA

La cimitarra, recién afilada; el revólver, cargado y engrasado; la mezcla de leche, cacao y barbitúricos, a punto. Subió la escalera con la bandeja balanceándose en sus manos. Jefren -conminó Jesusa- me duermo. Espera, querida, toma primero tu leche, verás cómo te relaja-. Tomó el vaso y acercándolo a los labios bebió, con ansia. En seguida cayó en su cotidiano sopor, conocido y aceptado. Jefren bajó los peldaños descalzo para no hacer ruido, introdujo el revólver en un bolsillo de la trenca verdeoliva y entró al salón en pos de la cimitarra dispuesto a terminar aquello y largarse con el dinero y con Eva. Debía acabar rápido si querían tomar el primer vuelo. Empezó a subir al cuarto donde el cuerpo yacía inmóvil mas al llegar al último escalón un pliegue de la alfombra lo hizo trastabillar, braceó entre maldiciones y cayó por encima de la dorada barandilla hincándose la cimitarra en el bajovientre, al tiempo que oía un disparo y sentía reventar su muslo derecho. Intentó agarrarse a la mesa del salón pero sólo consiguió hacer caer el periódico, abierto por la página de curiosidades. "El 99% de los hombres muere antes que su", pudo leer...

jueves, 12 de noviembre de 2020

EL ÚLTIMO ESCALÓN

EL ESCALÓN

...11, 12, 13.

No podía ir peor. Ya al salir de palacio mi voz interior me lo advirtió "René, el último escalón". Me cazaron desprevenido mientras preparaba el lonche de mi prima Antonia, quien a esas horas estaba siendo encotillada por sus damas de compañía para la visita de Mr. Jakobs, enviado por la casa real británica para intentar resolver algunas diferencias en asuntos de aguas territoriales. Nuestro rey siempre delegaba en ella, sabedor de sus dotes de persuasión. Mientras algunos rebeldes me encapuchaban oía sus agudos chillidos “Loui, Loui...” Más atrás, la ronca voz del rey, “Antoinette, Ant...merde”. Bajaron todos como manada de ñus en estampida arrastrándome consigo. “Allez, allez, vite!”A ciegas contaba los escalones mas con el apuro perdí la cuenta y en el último tropecé, rompiéndome la nariz.
Crujía ahora la madera bajo mis pies. Nos quitaron por fin las capuchas. Los reyes cuchicheaban tras de mí en la cola al pie del entarimado. Subí a trompicones, 11 12 13, éste con el pie izquierdo. Nada podía ir bien, toda mi vida intentando terminar escaleras con el derecho...
En el último instante oí el seco silbido de la hoja cercenando  mi cabeza...

miércoles, 10 de junio de 2020

LA SIERRA


Sierra, herramienta cuyos dientes rebanan chapuceramente la carne. La humana es la más difícil. Y Jimmy Sinclair, a sus dieciséis, lo sabía. En sus años de aprendizaje con el viejo destripador aprendió a utilizar la navaja choricera, sin embargo, jamás superó el trance de provocar el tránsito. El maestro siempre le decía que no debía mirar a esas chicas a los ojos. Nunca. Así que él mismo las asesinaba y, ya cadáveres, James las abría y esparcía las tripas por el suelo, por las paredes. Le seducía la sangre que impregnaba las moquetas de los burdeles, viscosa, caliente y pegajosa como queso fundido.
Cuando se lo pudo permitir alquiló el entresuelo de la finca donde tenía su negocio y mandó practicar un acceso directo entre ambos. Se hizo construir un ingenio a pedales con el cual cortar más cómodamente el material que recibía de los contactos que había establecido en su carrera y los que heredó del maestro. Todos los días, cuando a las ocho en punto alza la persiana, la cola de mujeres dobla la esquina. Miss Mary se lleva siempre las entrañas calientes y, cuando las hay, las criadillas. Todas saben que Mr. James vende la carne más fresca de todo el East End…







martes, 19 de mayo de 2020

PRIMOS

PRIMOS

Después de comer mamá nos manda a dormir la siesta. No nos apetece en absoluto así que empezamos a jugar. Tía Mamen nos riñe a través de la puerta entreabierta –Ssstt, que estamos viendo la novela. Siempre igual. Nos tumbamos en la cama mirando al techo desconchado por la humedad que baja de la azotea cuando llueve, serpenteando oscura por las paredes. Soy poco mayor que mi prima y tengo una idea –¿Jugamos a papas y mamas? Nos quitamos la ropa e intentamos hacer lo que hemos oído que hacen los mayores cuando duermen juntos. Que aburrido! -¿Cómo pueden hacerlo? Es imposible. Yo venga estirar la cosita y ella venga intentar abrir la palomita.
–No se puede, digo. Creo que mi hermana nos engaña. Así que nos vestimos y agarramos los revólveres, saltando en la cama y escondiéndonos debajo -Piñao, piñao, estás muerto. Me dejo caer al suelo y el estruendo trae de nuevo a tía Mamen. –Venga, ya está bien. A merendar, que nos vamos a los caballitos. Llega la noche y la oscuridad nos devora con su incertidumbre.
El despertador camina por la mesita a pasitos cortos –¿Ya? ¿Tan pronto?. Mientras preparo café mi prima despierta a los gemelos para llevarlos al cole después de desayunar.

martes, 12 de mayo de 2020

EL CASTILLO



En verano, la nieve caía blanda. El personal de limpieza amanecía drogado los domingos y todos juntos se bañaban desnudos en el río cuando no estaba helado. Salían con los cuerpos amoratados pero completamente depejados. Tan solo dos de ellos escapaban del remojón. Se dedicaban a encender la chimenea y empalar los alces que devorarían para el almuerzo. Bajaban a la bodega donde almacenaban el vodka fabricado el último año. Los días festivos eran así en el castillo de Novosibirsk cuando el conde estaba con el Zar en Stalingrado. Muchos de ellos morían en estas fiestas y entonces eran pasto de sus compañeros en las noches sin luna cuando estaba cerrado.

viernes, 10 de abril de 2020

RESACA


Cuando entró al garito no pensaba emborracharse, nunca bebía al salir del trabajo. Pero la nueva secretaria es simpática y tiene un algo que le atrae. Además anda falto de intimidades y ¿quién sabe? La encontró sentada en la barra que da a la calle, tras la ventana. Entremezclaron con mimo sus desdichas en vasos largos. Apuraron de un trago los restos de sus soledades. Vomitaron sus rencores de limón esparciendo por el suelo el serrín de su desconcierto.
Salieron de noche abrazados, trastabillando torpemente con cada emoción sentida; con cada deseo no expuesto, con cada palabra retenida. Se levantaron no obstante todas las caídas. Ensangrentados los rostros; amoratados los brazos; temblorosas las piernas y fríos los pies llegaron a casa y entraron en la habitación consumando un polvo épico de sangre y olvido.
No recuerda nada. Tan solo la enrojecida sábana y un desconocido y dulce aroma, de mujer tal vez, le insinúan que anoche ella estuvo allí. Ahora toca levantarse. Bajo la ducha, cierra los ojos y sacude la cabeza viendo caer el fango por sus rodillas y la uña quebrada de su meńique. Se viste, agarra la moto y a tumba abierta acude a la oficina esperando encontrarla...

miércoles, 22 de enero de 2020

ESPINAS

ESPINAS

   Le extrañaba que el rosal que le había regalado la abuela creciera sin espinas mas no le daba importancia. Creyó que era uno de los experimentos del yayo, afamado ganador en varios de los concursos florales de la comarca. Esta mañana, sin embargo, algo extraño y fuera de lugar le ha parecido ver en uno de los capullos que comienzan a florecer, una mínima diferencia que tal vez sea producto de su imaginación. Han comido los dos juntos, como siempre desde que él se jubiló y, mientras ella friega los platos y él fuma en el sofá, el run-run en su cabeza no deja de incomodarla. ¿Qué cosa será que no cuadra? Después se mete en la cama para su siesta diaria. Duerme unos instantes y despierta sobresaltada. El yayo sigue en el sofá, adormilado y con el pantalón lleno de ceniza. Sabe que no volverá a levantarse. Sale al jardín como una autómata. Se acerca al rosal. El capullo en el que se había fijado ha crecido desproporcionadamente. Sin sus gafas no puede verlo claramente pero cree adivinar cómo una boca se abre en él con muy mal propósito. Luís sabía que ella siempre se olvida las gafas así que deberá acercarse mucho.  Pensaba llevar esa rosa al concurso internacional...

miércoles, 8 de enero de 2020

SANGRE

Llegaste.  Mientras me desangraba llegaste, con tu cabeza pequeña y  tus grandes pechos danzarines. Llegaste.
El disparó me alcanzó algo más abajo del corazón, allá donde duele la hernia de hiato. No supe de donde venía. Estaba solo en la ducha con la mampara cerrada, los postigos de la ventana del baño con los pestillos echados. Sentí el aguijonazo y vi mi sangre mezclarse con el agua caliente, disolviéndose. Pensé un instante: “Psicosis”, “Carrie”. Resbalé hasta el plato mojado, el líquido rosado huía glogloteando por el sumidero. Empleé todas mis fuerzas en contener la hemorragia mientras gritaba tu nombre. Y llamándote reparé en el pequeño círculo hueco del plástico de la mampara. Como pude, miré a través de él y en la pared de enfrente, la que da a la salita, descubrí un circulo idéntico al primero, alineándose con él. Recordé los tres cuadros que tanto te gustaban. Colocados uno encima del otro siguiendo la altura de la pared componían la silueta de un hombre empalmado. Parecía como si el del medio no estuviese en su sitio. El dolor era cada instante más punzante. Llegaste marcando el ritmo de mi agonía con tus pies descalzos, el revólver humeando en tu mano izquierda...