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martes, 29 de junio de 2021

NOWHERE GIRL EPISODIO SEGUNDO

   Entonces desapareciste. Como si todo no hubiese sido más que un fuego fatuo en la noche de San Juan. Como una liebre en la lluvia de noviembre, como una lágrima en el fondo de la maleta. Como si mis besos hubiesen llenado de escarcha tu entrepierna sedienta de miel. A contracorriente, como siempre. Si ya éramos libres, ¿qué aliciente tenías? Te gustaba, te gusta, creer que eras mejor que las demás, creer que ganabas, ser el perro del hortelano ( ni como ni dejo ¿o tú sí comías?), tal vez siempre has mentido aún sabiendo que a ti te mentías mientras yo te nombraba en otros jardines.

   Entonces desapareciste. Como la niebla en el sol. Como la luz de tu ventana entre los listones de los postigos polvorientos y sangrantes. Tus ojos verdes se llenaron de hiel cuando tus afilados colmillos soltaron la presa mientras tu risa resonaba en mis sienes y mi piel rezumaba el chapapote de tu desidia.
   Entonces desapareciste. Después de voltear mis entrañas, de arrebatar mi pasado y freirlo despacio, cociéndolo después al gratén de las uñas de tus pies torcidos, de tu boca engalanada de orgullo, de tus collares falsos y el cuarzo y las piedras de nuestras perlas ensangrentadas. Entonces pugné por intentar olvidar tus migajas y te me hiciste carbón entre las piernas de mis amantes mientras rizaba el vello de mi nueva realidad lejos de tus cojines, de tu cama, de tu casa, de tu mundo de mentiras y mientras estiro la punta de mi manta nueva olvido la colcha de las cenefas descoloridas...

martes, 15 de junio de 2021

MARGARITAS EN EL JARDÍN


Los niños han salido temprano  entre empujones y sin decir adiós. Su padre les espera afuera, en el coche nuevo, desde hace rato. Fue feliz con él y no le echa de menos, en absoluto. Se habían enamorado y se casaron tan jóvenes y tan ciegos! Todo marchó sobre ruedas mientras el tiempo los devoraba despacio. A toda prisa, niños,  padres, suegros, cuñados. Unos venían, íbanse otros. Tras unos años sin tregua pudieron permitirse la casa de sus sueños, con piscina y margaritas en el jardín. Mandaron a los pequeños a un colegio inglés  y su hombre empezó a desaparecer. Cuando llegaba  tarde en la noche pidiendo gresca ella mentía un dolor de cabeza.
Se habituó al tacto del gotelé y aprendió a recorrer a tientas el pasillo de arriba, ocho pasos, y a bajar sola los escalones de cristal, doce. Una vez suyo el espacio  empezó a pensar en escapar;  el cerrojo se le resistía y entre làgrimas  imaginaba volar ventana al viento. El día que consiguió abrir el portón corrió sin tino por el jardín no sin antes besar de bruces la grava  de la entrada. Corrió y corrió tanto que la negra boca del pozo la recibió relamiéndose y volaba mientras caía y por primera vez podía ver los colores del arco iris.