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jueves, 12 de mayo de 2022

GROSELLA EN LOS LABIOS

Siente la lluvia por dentro y por fuera. A fuerza de negar el sol la húmeda sensación permanece y aumenta, royendo sus entrañas. Estaba tan tranquila y esperanzada. Si lo hubiese sabido, imaginado siquiera... No deseaba gran cosa, una charla amena, unas tapas, unos ojos verdes (no imprescindibles) y unos refrescos. Una tarde divertida. Una primera cita a ciegas que sólo fuese un comienzo. La había abducido con zalamerías que dio por ciertas y se abrio en canal bajo el paraguas de la nube de los deseos. Quién se lo iba a decir a ella, tan pragmática, tan antigua. Pero la vorágine la engulló y cuando presintió que debía echarse atrás ya fue tarde. Abrió su casa a una última copa para él, la primera para ella. Se perdió un instante en el baño y ya no vio nada más. Al despertar observa en la mesita los dos vasos -vacio el suyo, lleno el del hombre- y comprende el sabor de grosella en sus labios. Entiende el dolor en su vientre mientras busca bajo la cama las bragas perdidas. No encuentra ni rastro del desgraciado, tan solo unas gotas de pis en el baño antes de bajar la tapa.

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