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jueves, 19 de mayo de 2022

KARAOKE

La tristeza y la rabia por el  abandono la habían sumido en un pozo que no la dejó salir de los concisos límites rectangulares de su tálamo matrimonial, que ahora se le antojaba mortuorio. Las sábanas blancas amarillearon y se acartonaron en torno a ella cual mortaja macilenta. Se volvió exangüe su rostro y sus pupilas verdes se rodearon de un blanco roto cruzado de quebradizos filamentos de azafrán. El día que papá llegó y abrió las ventanas del cuarto por poco no se difumina ella en polvo de estrellas, en motas de luz apagada. Papá pegó cuatro gritos, seis, ocho gritos, diez...agarró a Mariela por la descolorida franela del pijama de invierno y la desnudó. Llenó la bañera de agua helada y la sumergió unos instantes. Mari, como él la llamaba, boqueó intentando atrapar el aire que se le escapaba. Varias veces inspiró, sedienta, y cuando sintió llenos sus pulmones salió, desnuda como estaba, y se abrazó al viejo, trémula y reconfortada.
Mariela se maquilla como nunca antes; ante el espejo ensaya sus antiguas artes  de seducción, casi olvidadas, y sale de casa intuyendo vagamente que no va a volver.
Mientras tanto, Mario toma la enésima cerveza en el  decadente karaoke...

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