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domingo, 18 de mayo de 2014

SABES, AMOR?


   
SABES,  AMOR?

   Sabes, amor, que esta anarquía tuya, de lúbricos movimientos y huesos desencajados me tiene ahora la mirada bizca y el cerebro vencido...?
   Sabes, amor, que cuando permaneces inmóvil completamente a horcajadas, haces que baile debajo de ti mientras con las mejillas me rozas los labios y con tus dientes me pellizcas el cuello aniquilándome los pulmones?
   Sabes, amor, que me desangro gota a gota cuando pienso que el horizonte se te comerá cruda un día? Que permaneceré hambriento mientras tus pechos me pongan los dientes largos eternamente ? Que no te comeré más la dorada entrepierna cuando se te derrame ? Que te miraré de reojo cuando te vayas y dejes la puerta cerrada ...?

   Soy consciente de que esto acontecerá. Incluso soy consciente hoy, que todavía no sé quién eres. Que todavía no sé cómo bailas. Hoy, que aún tus cabellos no me han hecho cosquillas en la nariz ni tus pechos han rozado los míos  en silencio, cabalgando al trote ... Hoy, que no te quiero sueño, ni magia, ni deseo ... hoy, que te quiero real, corpórea, atragantándome de verdad ...

   Lo sé. Y aún así, la esperanza me remueve las tripas y te busco cada segundo en la nada. 

   Un día tendré la muestra salvaje de uno de tus átomos más encantadores y lo plantaré hondo en una maceta y lo regaré día tras día con lágrimas de azúcar, abonándolo con vino de añoranza hasta que crezcan flores de terciopelo. Entonces, cuando llegue la hora, lo arrancaré con todas sus raíces y lo pondré en mi cama pensando que eres tú. Y te veré cerrar los ojos en cómplice sonrisa. Te veré abrazarme y hundirme dentro de ti en laberintos de lumínicos chasquidos. Y callaremos. Y oiremos respirar el silencio en nuestras juguetonas bocas. Y todos los latidos serán dobles en la inmensidad de las sábanas caídas, de los pies entrelazados y la vacía transpiración de los minutos ...

   Y cuando despierte me daré cuenta de la mentira de tu cuerpo en mitad del río. De la estéril imaginación de mis noches, despertándome entre confusos episodios de éxtasis mental, de frenesí solidario con tus vaivenes imaginados ...

   Pero todo terminó, a pesar de los comunes deseos, en un vacío espeso de alquitrán humeante, como un café que se enfría entre silencios de luna nueva, en un enero eternamente frío, eternamente oscuro. Los pasos amarillentos sobre la nieve que se amontonaba en las calles sin limpiar recogían las huellas de los amantes, fugitivos absurdos de bragas todavía húmedas.  Los rumores abombaban las paredes siempre blancas, siempre vírgenes. Las botas en las manos, huías saltando sobre la prisa que te perseguía. La multitud, enfurecida por el desbarajuste de tus mitocondrias, esperaba a la entrada de la estación para no dejarte escapar. Cargándote sobre mí, nos alejamos ...

   En el desierto de la despedida, un último y frío beso nos heló las lágrimas. Y nunca más nadie nos fue igual ...


                                                  FIN DEL EPISODIO

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