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domingo, 14 de mayo de 2017

FELICIDAD

FELICIDAD

   Me estrechan la mano con una sonrisa forzada. Afuera llueve y el repiqueteo del granizo en los vitrales acompaña el ritmo de los pasos de aquellos que han acudido a la catedral. Los de más confianza, sobre todo ellas, me besan en las mejillas y pronuncian las frases de ánimo que guardan para estos casos. 

   Me aprietan las punteras de los zapatos y una cana rebelde se mete en mi ojo derecho que no para de lagrimear. No es por ella, que yace con una sonrisa perenne dentro de la caja, pero la gente piensa que sí y eso me hace quedar bien.  Las lágrimas que eran suyas las agoté la víspera velando a solas el féretro. Las llamas de los velones temblaban  y, en ocasiones, la he visto levantarse y besarme como antes, entregada y salvaje. En esos momentos, sentado en la silla, mi cabeza caía violentamente hacia atrás y despertaba súbitamente al paso fugaz y estremecedor de alguna ambulancia en la madrugada, el pecho llenándoseme de oníricas babas. Hace mucho tiempo que sabíamos que este momento llegaría. Simplemente ayudé un poco a precipitar lo inevitable.

   He tenido mucha suerte. Acabo de terminar el curso de comunicación no verbal y he aprendido a disimular mi felicidad, es como aprender a jugar al escondite…

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