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sábado, 9 de noviembre de 2013

LA VIDA GOLOSA


   La vida se nos come, golosa, en cada paso adelante, en cada paso atrás, en cada persona que nos presenta y en cada una de las que se van, de las que se lleva. Y es cuando ya no nos caben más recuerdos cuando empezamos a recordar los más antiguos. Cuando de un salto volvemos a ser jóvenes, a volvernos de nuevo niños. Esta vez para siempre.

   Es entonces cuando empezamos a fundirnos en negro, a través de una nube mullida que intenta rodearnos poco a poco, con alevosía y sin aviso, a traición, el día que volvemos a entrar en casa pensando que nos hemos olvidado las llaves y vemos que las llevamos en las manos, que incluso las habíamos usado para cerrar la puerta al salir, minutos antes, y volver a entrar para encontrarlas, hace un momento. "Tonterías", pensamos entonces. Tenemos tantas cosas en la cabeza! 
   
   Y pasa el tiempo. Y no nos damos cuenta ni volvemos a pensar en ello. Hasta que un día salimos de casa, entramos en el ascensor, bajamos, abrimos la puerta de la calle, salimos y, "Joder, el gas!". Y volvemos a abrir la puerta de la calle, entramos de nuevo, corremos hasta el ascensor con el ansia en los pies y en ese momento lo vemos cerrarse sin haber llegado. Como no podía ser de otra manera, alguien lo ha llamado desde el ático ... Temblamos de angustia entonces y maldecimos nuestra mala suerte. Cuando finalmente llega el ascensor nos introducimos en él con unas prisas desaforadas. El trayecto se hace largo y tableteamos con los pies en el suelo, nerviosos. Llegamos al cuarto piso. No sabemos donde tenemos las llaves. Ahh, sí!, en el bolsillo, calla, no, en el otro, nooo,  en la cartera!! Abrimos, nos deslizamos hasta la cocina y comprobamos, aliviados, que el gas está apagado y con la llave de paso cerrada. Con todo esto hemos perdido diez minutos ... Ahora vamos a perder el bus, no llegaremos a tiempo de coger el tren, tendremos que tomar el siguiente media hora después, llegaremos tarde al trabajo, el jefe nos pegará la bronca, si esto se repite me echan, no tendré trabajo, tendré que dejar el piso, moriré en la calle ...

   Continuamos pasando los días, meses tal vez, y la rutina se sucede sin más sobresaltos. De vez en cuando pensamos en aquellas lagunas que tanto nos habían preocupado y no les damos importancia.

   A veces pienso que llevamos de fábrica, implantada en el cráneo (unos en el frontal, otros en un parietal o incluso en el occipital), a modo de los chips que llevan, o han de llevar, los animales de compañía, una microjeringuilla que nos va  inoculando poco a poco pequeñas dosis del virus del olvido. Que con cada dolor de cabeza, físico o mental, que sufrimos se activan una serie de mecanismos que hunden un poquito más adentro su émbolo, inyectando pequeñas cantidades de estos microorganismos con cada problema, ansiedad, miedo, trastorno , etc. 
   
    Llega el día en que de verdad has dejado el gas abierto, o el agua, o incluso las hornillas de los fogones de la cocina... suerte que estabas en casa y la cosa no ha pasado de una sartén chamuscada. Te has dado cuenta por el olor a chamusquina pero imaginas qué hubiera podido pasar si hubieras salido ... No quieres ir al médico. Piensas que esto que te pasa es de gente mayor y tú te sientes demasiado joven para ser viejo.Te da vergüenza explicarlo.

   Pero la nube se va haciendo día a día más espesa y más oscura. Tienes amigos de los que a menudo olvidas los nombres. Incluso no recuerdas los nombres de algunos familiares, lejanos o no tanto tal vez. Algunas de las gentes que te rodean te dan la espalda y los ves llevarse el índice a la sien, "se le va la olla", los oyes mascullar en alguna ocasión...

      Ayer se te cayó el tenedor mientras comías y no supiste recogerlo. Te miraba y te veía asirlo de manera diferente a como te he visto hacerlo todos estos años. Ya no lo coges como si fuera un lápiz. Ahora lo haces de la misma manera como cogías, años atrás, el sacudidor de esparto trenzado que utilizabas para las alfombras o los colchones. (Acabo de recordar la expresión que usabas para regañarnos cuando cometíamos alguna travesura: "Ven aquí que te voy a sacudir" o "Venid acá ahora mismo si no quereis que os sacuda"). Creo que ya siempre cogerás así los cubiertos, como temiendo que se te vuelvan a caer, como sin querer soltarlos nunca más, no fuera que la próxima vez no los sepas sujetar entre los dedos temblorosos. Sé que tienes miedo. Que no quieres pensar que un día quizá tengamos que darte de comer en la boca...

     Sé que tarde o temprano, si llego a hacerme viejo, no podré controlar los esfínteres y lo ensuciaré todo; que tal vez no me responderán los miembros y no sabré caminar, que me será imposible comer y beber solo ...Sé también que no querré ser una carga para nadie ...

      Sé que mi cuerpo oxidado permanecerá tendido en una cama y no volveré a levantarme, tampoco, por mis propios medios. Sé que mis pensamientos ya estarán lejos. Que me hablarás a los ojos apagados, sin aquellas pupilas relucientes que conocías. Sé también, por fin, que se me perderá la mirada más allá de tus palabras y no me hará falta nada más que esperar pasar la niebla y disolverme en ella gota a gota ...


                                                                  FIN

    

viernes, 1 de noviembre de 2013

ESCUDOS DE PORCELANA

ESCUDOS DE PORCELANA

Nimios escudos de porcelana
Abandonan las neuronas
Dejando entrar amores ciegos
A cucharadas.
Piensas que no, 
Que nunca más 
Se abriran tus ojos
Mientras ames loca,
Mientras creas que es
El último estornudo del virus,
Hinchado en soledad hasta hoy
Que sin defensas acoges
Encantada el amor...
Mantente entonces despierta
Mientras te das toda entera
Coloca almohadas de plumas
Bajo las nalgas abiertas
Y llénate hasta arriba
De frenética locura...



DESVANEZCO 

Lejos, desvanezco el cebo
Borrándote la mirada
Desclavándote el anzuelo oxidado
De los llorosos ojos
Que ya no me quieren,
Que ya no me miran...



HURGO

Hurgo las notas etéreas
De la canción más húmeda
Escucho cómo permaneces 
En atronador silencio
Murmurándote al oído
Palabras desmadejadas
Caricias sin un vestido



HE VISTO UN ALMA

He visto un alma en pena
Perdida en el mismo lugar.
En aquel cuerpo prendida
Donde se extravió la mía.
Aquell de las oxidadas bisagras
Que no dejaran que escape
El de las llaves perdidas
El del mosto que embriaga
Aquel que come y descuelga
Las semillas del rencor.